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pieles, 15/07/2017

me arranco la piel de los dedos de la mano derecha. No sé dónde estoy, pero siento que es un lugar seguro y privado. Me siento lo suficientemente cómoda para dedicarme por completo a mi adicción. Arranco las interminables capas de piel. Me sorprende porque normalmente no puedo llegar tan lejos. Pero ahora puedo arrancarlas hasta la palma de la mano. Continúo, asombrada. Logro arrancarme todo el antebrazo. Veo varias capas de piel ensangrentadas. Son como las páginas de un libro. Sigo arrancando. Al principio es placentero, pero luego se convierte en una tortura. Así me arruinaré el brazo. No puedo parar. Es un placer incontrolable y sádico. Siento la carne palpitar, la sangre caliente en mi interior. Miro mi brazo y no lo reconozco. No importa cuánta piel me arranque, nunca veo mis huesos. Con tantas capas de piel, mi brazo se vuelve cada vez más grueso. Me despierto de repente angustiada. Siento el brazo palpitar. Lo miro con alivio. Ahora lo reconozco.

fotografías tomadas por Patrick Pimentel, en mi cama (2017).

Proyecto de Investigación de Licenciatura - Escuela Superior de Artes Célia Helena, San Pablo.

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